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Etapa 3.

San Pedro de Rozados
Salamanca


(19,5 kilómetros).

 

Etapa de cambios para el viajero. Ha de estar preparado para ellos. Se modificará drásticamente el paisaje y la proximidad de la antigua ciudad romana de Salmantica afectará a todo el recorrido. También la cercanía del Tormes y del arroyo del Zurguén. Ambos son los culpables de que los suelos se vuelvan mucho más fértiles de los transitados hasta este momento. Del mismo modo, serán los responsables de que reaparezcan, por primera vez en muchos kilómetros, los terrenos dedicados a la actividad cerealista. También de que el modo de vida de las personas cambie, en fin, de criar ganado a recoger cultivos. La importancia del agua.

El caminante superará, de manera consecutiva, la dehesa de La Regañada, la pedanía de Santo Tomé de Rozados, en el término municipal de Mozárbez, que es cruzado de Norte a Sur por Vía peregrina y Aldegallega. La carretera nacional, llamada también Ruta de la Plata y ya convertida hace algunos años en modernísima autovía, transcurre varios kilómetros al Este más allá de Miranda de Azán. No por esa, sino por la provincial que comunica Aldeatejada con Las Veguillas, ha de continuar la ruta del caminante al superponerse dicha carretera sobre la vía original.

Es obvio asegurar que el caminante avanza caminando. De Perogrullo, incluso. Mas no tanto comprobar cómo entrará en la ciudad de Salamanca, la romana Salmantica, por donde transitan ciclistas y peatones menos cansados que el que partió de Augusta Emerita hace alguna que otra jornada.

Se sabe que ya en Salamanca, la calzada romana enfilaba el Puente Romano y entraba en Salmantica por el arco de Aníbal, continuaba por la calle de Vera Cruz a coger la de Libreros, pasaba por la calle Meléndez y por la izquierda de la Plaza Mayor, encaminándose por calle Zamora, Torres Villarroel y Gran Capitán a la salida de Salamanca.

El padre César Morán Bardón, uno de los personajes más sobresalientes en Salamanca y la provincia en la primera mitad del siglo pasado, describió de esta forma su recorrido: “Una vez pasado el puente, penetra la Calzada en la población por el Arco llamado de Aníbal, volvía enseguida a la izquierda, por la calle de Vera Cruz, a coger la de Libreros, a caso la principal de la ciudad romana; dejaba a su vera el palacio del gobernador, que parece se hallaba frente a la Rectoral, y seguía por el solar de la iglesia de la Clerecía, a salir próximamente por la puerta del Seminario, donde se hallaba la Puerta del Sol primitiva (...) Nuestra Calzada seguía, desde la puerta del Sol en que la hemos dejado, al campo, por lo que después fue calle de Sordolodo o de Meléndez, hacia la moderan Puerta e Zamora, en dirección a esa ciudad. Al paso del ferrocarril portugués, se dirige por el paseo de Gran Capitán al Prado de Panaderos, en que se junta con la carretera actual”.

El capítulo de bellezas de la antigua Salmantica romana pudiera antojarse infinito. Se puede contar, por ejemplo, que antes de cruzar el Puente Romano, el caminante se dará de bruces con la iglesia de la Trinidad, conocida popularmente como la iglesia vieja del Arrabal, antaño, albergue de peregrinos. El propio Puente Romano es uno de los más sólidos de Hispania, con sus 27 arcos, solo la mitad romanos, y sus casi 360 metros de largo. Por la Puerta de Aníbal, también llamada del río o de Hércules, entraban a la ciudad los primeros pobladores ya que es la más antigua de toda la urbe helmántica. Cuenta la leyenda que es llamada de Aníbal porque por ella accedió el general cartaginés cuando se apropió de la ciudad. Pero eso solo es una leyenda. Lo real es que el caminante tendrá en Salamanca mucho más que un final de etapa en su ruta jacobea.

Sería muy aconsejable que el visitante dispusiera de tiempo para descansar disfrutando de todo lo que se le presenta a su alrededor. Solo por hacer una pequeña lista, insuficiente a todas luces, las dos Catedrales, con especial mención al imprescindible tramo que en las alturas las comunica a través del imperial Ieronimus, las dos Universidades, la de la popular rana y la Pontificia, las iglesias románicas de la ciudad, San Marcos, San Martín, San Julián, San Cristóbal, San Juan de Barbalos y Santo Tomás Cantuariense, las joyas del barroco en forma de innumerables templos, la sin par Plaza Mayor, el neoclásico del Palacio de Anaya o la modernista Casa Lis. Eso por no hablar de rincones impagables como el Huerto de Calixto y Melibea , el Patio de Escuelas, el Patio Chico o la calle Compañía con la Casa de las Conchas como dorado broche final. En fin, días de activo descanso y total regocijo para el caminante ansioso de misticismo espiritual.

En Salmantica estaba, por supuesto, la cuarta mansio que los romanos edificaron al paso de la ruta de la Plata por la que ahora es nuestra provincia.